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La habitación está llena del aroma nostálgico de tu árbol de Navidad que se ubica en el mismo lugar desde que vives en tu casa, pero de alguna manera se las arregla para ser cada vez más mágico cada año. Esta es la imagen de las fiestas. Cuando el calendario pasa revoloteando los meses de otoño y llega a diciembre, parece que el mundo y todas las personas se ponen lentes de color rosa. Los centros comerciales están atestados de gente tratando de estirar sus presupuestos para conseguir regalos para sus seres queridos y las familias de todo el país se reúnen para celebrar. Pero la verdad que esos lentes de color rosa no se los entregan a todos. Las fiestas pueden ser el mejor momento del año o la época que despierta dolor y tristeza para aquellos que no pueden estar con sus seres queridos. Cuando ves que todos a tu alrededor viven en una pintura de Norman Rockwell, surge algo que amplifica tu dolor.
Nos reunimos con una madre a la que esta sensación no le resulta extraña. Jesse Smith de Bucks County Pensilvania no pudo estar con su hija en Navidad porque esta había sido internada en un centro el 16 de diciembre. En lugar de abrir regalos con su hija el día de Navidad como lo habían hecho los primeros 15 años de su vida, tuvo que optar por una videollamada en Nochebuena. Esta fue una Navidad increíblemente triste para la familia Smith pero al volver atrás al momento en el que su hija estuvo internada en el centro de tratamiento residencial, sabe que tomaron la decisión correcta. La experiencia vivida por Smith la ayudó a arrojar algo de luz sobre lo que pasa por la cabeza de los padres durante esos primeros momentos al seleccionar un centro para sus hijos. Puede ser muy abrumador transitar el camino que lleva al centro adecuado para su hijo/a y, además, puede resultar muy difícil tener que pensar con claridad cuando uno está sufriendo esa clase de estrés. Queremos ayudar. Hablando con padres de todo el estado hemos reunido sugerencias sobre dónde comenzar, qué buscar y a quién se puede recurrir en busca de apoyo.
El consenso general de estos padres fue que el camino es difícil y la culpa es inmensa. Si tu hijo/a ha estado internado/a en un centro de tratamiento residencial, conoces muy bien esta culpa. La primera sugerencia de todos los padres fue que la culpa es esperable. Permítete tener tus sentimientos pero también recuerda que no estás solo y que tu fuerza y sacrificio son admirables. “Es un gran sacrificio tener a tu hijo/a internado/a en un centro. Es tu bebé y lo/a extrañarás más que nada en el mundo. Al hacer esto estás demostrando el mayor signo de amor a tu hijo/a. Estás poniendo sus necesidades por encima de las tuyas y si bien puede ser difícil de comprender al principio, no tienes motivos para sentirte culpable”, dijo Smith.
Lo que vuelve este proceso aún más difícil que el lado emocional, es el hecho de que con frecuencia parece una batalla hacer que tu hijo/a reciba la atención que necesita. Todos parecen poner obstáculos en tu camino y el de tu hijo/a: desde el seguro de salud hasta el centro de tratamiento residencial. Los padres con los que hablamos quieren recordarte que no debes tener miedo de manifestarte. Sin embargo, comprendemos que esto es más fácil de decir que de hacer. Esta podría ser tu primera vez tratando de elegir el centro de tratamiento residencial apropiado y puede resultar cuanto menos agotador. Si sientes que estás abrumado/a, llama a nuestros Socios de apoyo a la familia (FSP) o comunícate con nosotros en línea. Tu socio de apoyo a la familia puede darte las herramientas y el conocimiento para interceder por tu familia y tu hijo/a, una habilidad esencial para conseguirles la atención que necesitan.
Smith, como los otros padres con los que hablamos, hizo una investigación en línea antes de seleccionar un centro de tratamiento residencial. “Los busqué en Google y en Facebook y leí las reseñas. Algunos lugares tienen reseñas mucho mejores que otros y creo que saber de un padre/madre cuyo hijo/a haya estado ahí tiene mucho peso”, dijo Smith. Smith explicó que aunque estás limitado a lugares que acepten tu seguro, también quieres garantizar conseguir el mejor lugar para tu hijo/a. La investigación temprana es esencial para mantenerse informado, de manera que puedas interceder por ti y por tu hijo/a. Estar informado puede marcar una gran diferencia porque también hay mucha desinformación. Si vives en Pensilvania tal vez hayas oído hablar sobre la Ley de consentimiento de salud mental de Pensilvania. Esta ley con frecuencia es malinterpretada por muchos padres e incluso proveedores, y esta desinformación puede poner en un serio peligro la capacidad de tu hijo/a de conseguir la atención que necesita.
Los padres con los que hablamos nos explicaron que los tres aspectos logísticos que buscaban son las políticas de restricciones, de visitas y de recompensas del centro de tratamiento residencial. Conoces a tu hijo/a y sabes qué podría provocarlos. Algunos centros usan restricciones físicas y esto podría funcionar para algunos chicos, pero podría desencadenar un trauma posterior en otros. Asegúrate de que toda política de restricción albergue un entorno seguro y eficaz para tu hijo/a.
La política de visitas también es importante de analizar. Si el día de visitas es el miércoles y no puedes ir los miércoles, pídeles que sean flexibles. No temas interceder por las necesidades de tu familia. La mayoría de los lugares pueden trabajar contigo en su política de visitas; nuevamente, no temas manifestarte y hacer oír tu voz con respecto a las visitas. Por último, los programas de recompensas varían de un lugar a otro. Una madre nos contó que en el centro donde estuvo su hijo lo recompensaban con comida por haber tenido sesiones de terapia productivas o por su progreso general. Mencionó que su hijo aumentó mucho de peso mientras estuvo allí debido a que consumía comida chatarra y refrescos a los que no tenía acceso en su casa. Ahora que está en casa tiene dificultades porque quiere una recompensa en el camino de vuelta a casa luego de una sesión de terapia. Ella les aconsejaría a los padres que pregunten sobre los procesos de recompensa y se manifiesten si no se sienten cómodos con ellos.
Si bien Smith se perdió esa Navidad con su hija, no lo lamenta ni por un segundo. Su hija pudo obtener la ayuda que necesitaba y todos se sintieron mejor por ello. Si estás leyendo esto mientras estás harto/a de información del seguro e investigaciones, “mantén la frente en alto”, como dijo Smith. El principal consejo que recibimos de estos padres fue que confíes en tus instintos porque tú conoces a tu hijo/a mejor que nadie.
Visítanos la próxima semana para conocer las perspectivas de una chica que ha pasado por dos internaciones. Tuvimos el honor que hablar con Emme Miller de Phoenixville Pensilvania para escuchar sus experiencias y su historia sobre cómo la incansable persistencia de sus padres es la razón por la que ahora está sobria y lleva una vida feliz.
***Los nombres han sido cambiados. ***